ANTAR MOUNA

El Silencio que Transforma la Mente

En un mundo saturado de estímulos, donde el ruido externo parece tener más peso que la voz interior, Antar Mouna —el silencio interior— se presenta como una práctica radicalmente transformadora. No se trata de “dejar la mente en blanco”, como suelen caricaturizarla, sino de aprender a observarla con honestidad, sin juicio, sin prisa. Esta técnica, desarrollada por Swami Satyananda Saraswati dentro del linaje de Bihar School of Yoga, propone un viaje hacia el núcleo de la conciencia, donde los pensamientos no se reprimen ni se combaten, sino que se dejan ser, como nubes que cruzan el cielo.

La práctica se estructura en fases que van desde la observación de sonidos externos hasta el silencio mental profundo. En ese recorrido, uno aprende a mirar sus pensamientos como si fueran ajenos, a crear voluntariamente imágenes mentales, y finalmente, a dejarlas ir. Lo que parece simple en teoría, en la práctica revela capas profundas de condicionamiento, dolor reprimido, y también una inesperada lucidez.

Desde el punto de vista académico, aunque Antar Mouna no ha sido tan estudiada como otras técnicas como Vipassana o Mindfulness, su estructura comparte principios con ambas. Investigadores de la Sri Chandrasekarendra Saraswati Viswa Maha Vidyalaya University han explorado sus efectos en la regulación emocional y la introspección, destacando su capacidad para inducir estados de pratyahara —el retiro de los sentidos— y facilitar procesos de autoobservación que impactan directamente en la salud mental.

Además, estudios sobre prácticas similares han demostrado que la observación consciente de pensamientos sin reacción puede modificar la actividad de la corteza prefrontal y reducir la reactividad de la amígdala, regiones cerebrales vinculadas al estrés y la ansiedad. Aunque Antar Mouna no siempre aparece con nombre propio en estos estudios, sus fases coinciden con protocolos terapéuticos basados en la atención plena y la desidentificación cognitiva.

Pero más allá de la neurociencia, Antar Mouna tiene un valor pedagógico y simbólico inmenso. Enseñar a niños —o a adultos— a observar sus pensamientos sin miedo, a reconocer que no son sus pensamientos, sino el espacio que los contiene, es una forma de empoderamiento emocional. En contextos familiares, comunitarios o educativos, esta práctica puede convertirse en un ritual de escucha profunda, donde el silencio no es ausencia, sino presencia plena.

Practicar Antar Mouna es, en cierto modo, aprender a habitarse. A dejar de huir de uno mismo. A descubrir que el ruido interno no es enemigo, sino mensajero, y que en el fondo del silencio, hay una voz que no grita, pero guía.